No solo en España, sino en muchas partes del mundo, se ataca, se cuestiona, se acusa y se calumnia y se persigue a la Iglesia Católica y lo que esta institución significa. Nada ni nadie escapa a este furibundo ataque. Desde el Papa, a los obispos, sacerdotes y fieles católicos. Desde los dogmas a la moral; desde los Evangelios a la figuras de Jesucristo y la Virgen María.
Todo se cuestiona, todo se tergiversa, todo se niega, todo vale. No son pocos los que dudan y vacilan en su fe, al percibir ese acoso incesante
Olvidan estos tales que la Iglesia no es obra humana, sino obra de Jesucristo, “el Hijo de Dios vivo”, que ha empeñado su palabra divina. Dios no abandonará jamás a su Iglesia y “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”( Mt 18, 18) o aquellas otras “ No temáis Yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos”. Son tiempos de prueba que Dios permite para que cada persona se defina libremente si con Él o contra Él. No hay neutralidad posible. Hay que tomar partido.
Es un vano intento pretender separar a Cristo de su Iglesia. De eso se trata por todos los medios. Jamás lo conseguirán. Esta es la verdad de la Iglesia. Dios con ella, aunque ésta sea débil o pecadora, como fueron también los apóstoles de Jesús.
La nave de la Iglesia ya ha experimentado en su no corta andadura de más de 20 siglos, lo que es pasar por momentos de zozobra. Persecuciones y herejías, falsos profetas y embaucadores, cismas y apostasías, deserciones y calumnias, martirios y despojos.
Todas las fuerzas del mal juntas y desatadas y…ahí sigue más viva que nunca, con el testimonio de sus mejores hijos, dispuestos al martirio antes que renegar de su fe. También cada católico puede cantar aquello tan significativo.”Si vienes conmigo y alientas mi fe; si estás a mi lado…¿a quién temeré?. Pues eso.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTÍN (en Cartas al Director)