martes, 27 de diciembre de 2011

-viernes, Fiesta de la Familia Cristiana


Fiesta de la familia cristiana, viernes 30 diciembre
Acudir el viernes a Madrid, «para dar gracias a Dios por el don de la familia cristiana», pero también para pedir apoyo a la institución familiar.

Los obispos españoles reclaman al Gobierno y las administraciones políticas familiares

«Una necesidad urgente es promover la natalidad, porque una sociedad que no transmite la vida ya ha fracasado», propone el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández. «Hay que empezar por ayudar a las embarazadas, y también a las familias numerosas. Tiene que haber alternativas que no sean el aborto. Deseo la abolición total del aborto. Y que se respete el derecho de los padres a educar a sus hijos. Si el nuevo Gobierno colabora en eso, tendrá mis simpatías», añade.
En la misma línea se expresa el obispo de Logroño, Juan José Omella. «La regeneración social no pasa sólo por la economía, sino por la educación en valores; y la familia, la escuela y la Iglesia pueden hacer mucho si se ponen de acuerdo. Hoy algunas asignaturas proponen contravalores. Si Educación para la Ciudadanía enseñase la Constitución, vale; pero al meterse en temas morales, propios de los padres, impone los valores del poder político. Es un estatalismo gravísimo».
«A las administraciones yo les pediría tres cosas», enumera el obispo de Tarrasa, José Ángel Sáiz. «Primero, que sean conscientes de la importancia de la familia como célula primaria de la sociedad; segundo, que se comprometan a promover y defender la familia en coherencia con los valores cristianos y, en tercer lugar, les pido políticas concretas que faciliten la vida familiar».
Natalidad y mundo rural
El obispo de Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa, considera que muchos políticos del ámbito rural pueden tener las ideas más claras que los de ciudad: «En el mundo rural, despoblado, los políticos se plantean cómo repoblar los territorios, y están obligados a tener visión de familia si no quieren que el campo desaparezca. De la necesidad hacen virtud». El obispo Berzosa recuerda que «los políticos también viven en familia, y saben que una de las soluciones de la crisis es el apoyo familiar, que es económico, afectivo e incluso ayuda a crear empleo. Sin la familia, ¿a qué nos agarraremos?». Por su parte, el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, se muestra convencido de que «lo peor de estos últimos años ha sido aprobar la nueva Ley del Aborto», aunque constata que «mucha gente ha cobrado conciencia de la defensa de la vida y la familia estos años». También él pide defender «el matrimonio entre hombre y mujer y el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones»
Pablo. J. Ginés / La Razón

-los jóvenes dan gracias por sus padres


"El encuentro de este año quiere girar en torno a la gratitud de jóvenes hacia sus padres".

Carta del cardenal Rouco con motivo de la Misa de las Familias

Un año más las fiestas de navidad nos invitan a la alegría de la Salvación que nos trae Jesucristo, el Hijo de Dios e Hijo de María. Su nacimiento en el seno de una familia nos ayuda a valorara esta instituciones establecida por Dios en el mismo acto de la creación del hombre y de la mujer, llamados a ser una sola carne ya colaborar con Dios en la procreación de nuevos seres humanos. Al nacer en una familia, el Hijo de Dios la santificó de modo especial y la convirtió en el lugar idóneo donde el hombre s amado por si mismo y respetado como criatura de Dios e Hijo suyo. Por ello, como venimos haciendo en años anteriores, queremos dar gracias a Dios por el donde la familia y festejarlo en una solemne celebración eucarística, que tendrá lugar el mismo día de la Sagrada Familia, 30 de diciembre.
No podemos olvidar que este año, la fiesta de la Sagrada Familia se celebra después de la inolvidable experiencia d ella Jornada Mundial d ella Juventud, que trajo a Madrid alrededor de dos millones de jóvenes, que constituyen una realidad esperanzadora para la Iglesia y la sociedad. La mayoría de ellos serán llamados a fundar nuevas familias cristianas que llenarán de alegría a la iglesia de Cristo. El encuentro de este año quiere girar precisamente en torno a la gratitud de jóvenes hacia sus padres, que les dieron la vida y les trasmitieron la fe en Cristo, Redentor del hombre. Honrar al padre y a la madre es un mandamiento del Señor, que nos urge, no sólo al respeto y al a obediencia hacia los padres, sino más aún: a la inmensa gratitud por los dones que de ellos hemos recibido, y que los convierte en signos del amor creador y benevolente de Dios, nuestro Padre del cielo.
Vuestra presencia en esta celebración eucarística quiere ser un gesto profundamente eclesial en el que ella familia de Dios, la Iglesia, sea para todos los hombres que desean vivir los valores de la familia cristiana, una referencia segura de la verdad sobre el amor humano, el matrimonio y la educación de las nuevas generaciones según el evangelio de Cristo. Os exhorto a participar en esta fiesta solemne de fe  y de vida cristiana, y, de modo particular, exhorto a los jóvenes a dar testimonio de su fe y de la vida familiar, juntamente con los jóvenes de Europa que se unirán a nosotros en esta celebración.
Que la Sagrada Familia, Jesús, María y José, bendiga a todas las familias y os mantenga unidas en el mismo amor que hizo de ella el modelo perfecto de convivencia, trabajo y virtudes domésticas.

-Jesús cura el mal profundo del hombre y la historia


Jesús vino “para salvarnos sobre todo del mal profundo arraigado en el hombre y la historia: ese mal de la separación de Dios, del orgullo presuntuoso de actuar por sí solo, del ocupar su puesto, del decidir lo que es bueno y es malo, del ser el dueño de la vida y de la muerte”.
Este es el gran mal, el gran pecado, del cual nosotros los hombres no podemos salvarnos si no es encomendándonos a la ayuda de Dios, si no es implorándole: ven a salvarnos”
El centro del mensaje papal fue una invitación a poner en primer plano los elementos espirituales de la celebración navideña. Comentando el nombre de “Jesús”, que significa “Salvador”, el Papa afirmó que vino “para salvarnos sobre todo del mal profundo arraigado en el hombre y la historia: ese mal de la separación de Dios, del orgullo presuntuoso de actuar por sí solo, del ocupar su puesto, del decidir lo que es bueno y es malo, del ser el dueño de la vida y de la muerte”.
Este es el gran mal, el gran pecado, del cual nosotros los hombres no podemos salvarnos si no es encomendándonos a la ayuda de Dios, si no es implorándole: ven a salvarnos”

Aquí teneis el texto íntegro del Mensaje de Navidad, esto es lo que dijo el Santo Padre.

Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero:
Cristo nos ha nacido. Gloria a Dios en el cielo, y paz a los hombres que él ama. Que llegue a todos el eco del anuncio de Belén, que la Iglesia católica hace resonar en todos los continentes, más allá de todo confín de nacionalidad, lengua y cultura. El Hijo de la Virgen María ha nacido para todos, es el Salvador de todos.
Así lo invoca una antigua antífona litúrgica: «Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor Dios nuestro». Veni ad salvandum nos. Este es el clamor del hombre de todos los tiempos, que siente no saber superar por sí solo las dificultades y peligros. Que necesita poner su mano en otra más grande y fuerte, una mano tendida hacia él desde lo alto. Queridos hermanos y hermanas, esta mano es Cristo, nacido en Belén de la Virgen María. Él es la mano que Dios ha tendido a la humanidad, para hacerla salir de las arenas movedizas del pecado y ponerla en pie sobre la roca, la roca firme de su verdad y de su amor (cf. Sal 40,3).
Sí, esto significa el nombre de aquel niño, el nombre que, por voluntad de Dios, le dieron María y José: se llama Jesús, que significa «Salvador» (cf. Mt 1,21; Lc 1,31). Él fue enviado por Dios Padre para salvarnos sobre todo del mal profundo arraigado en el hombre y en la historia: ese mal de la separación de Dios, del orgullo presuntuoso de actuar por sí solo, del ponerse en concurrencia con Dios y ocupar su puesto, del decidir lo que es bueno y es malo, del ser el dueño de la vida y de la muerte (cf. Gn 3,1-7). Este es el gran mal, el gran pecado, del cual nosotros los hombres no podemos salvarnos si no es encomendándonos a la ayuda de Dios, si no es implorándole: «Veni ad salvandum nos - Ven a salvarnos».
Ya el mero hecho de esta súplica al cielo nos pone en la posición justa, nos adentra en la verdad de nosotros mismos: nosotros, en efecto, somos los que clamaron a Dios y han sido salvados (cf. Est 10,3f [griego]). Dios es el Salvador, nosotros, los que estamos en peligro. Él es el médico, nosotros, los enfermos. Reconocerlo es el primer paso hacia la salvación, hacia la salida del laberinto en el que nosotros mismos nos encerramos con nuestro orgullo. Levantar los ojos al cielo, extender las manos e invocar ayuda, es la vía de salida, siempre y cuando haya Alguien que escucha, y que pueda venir en nuestro auxilio.
Jesucristo es la prueba de que Dios ha escuchado nuestro clamor. Y, no sólo. Dios tiene un amor tan fuerte por nosotros, que no puede permanecer en sí mismo, que sale de sí mismo y viene entre nosotros, compartiendo nuestra condición hasta el final (cf. Ex 3,7-12). La respuesta que Dios ha dado en Jesús al clamor del hombre supera infinitamente nuestras expectativas, llegando a una solidaridad tal, que no puede ser sólo humana, sino divina. Sólo el Dios que es amor y el amor que es Dios podía optar por salvarnos por esta vía, que es sin duda la más larga, pero es la que respeta su verdad y la nuestra: la vía de la reconciliación, el diálogo y la colaboración.
Por tanto, queridos hermanos y hermanas de Roma y de todo el mundo, dirijámonos en esta Navidad 2011 al Niño de Belén, al Hijo de la Virgen María, y digamos: «Ven a salvarnos». Lo reiteramos unidos espiritualmente tantas personas que viven situaciones difíciles, y haciéndonos voz de los que no tienen voz.
Invoquemos juntos el auxilio divino para los pueblos del Cuerno de África, que sufren a causa del hambre y la carestía, a veces agravada por un persistente estado de inseguridad. Que la comunidad internacional no haga faltar su ayuda a los muchos prófugos de esta región, duramente probados en su dignidad.
Que el Señor conceda consuelo a la población del sureste asiático, especialmente de Tailandia y Filipinas, que se encuentran aún en grave situación de dificultad a causa de las recientes inundaciones.
Y que socorra a la humanidad afligida por tantos conflictos que todavía hoy ensangrientan el planeta. Él, que es el Príncipe de la paz, conceda la paz y la estabilidad a la Tierra en la que ha decidido entrar en el mundo, alentando a la reanudación del diálogo entre israelíes y palestinos. Que haga cesar la violencia en Siria, donde ya se ha derramado tanta sangre. Que favorezca la plena reconciliación y la estabilidad en Irak y Afganistán. Que dé un renovado vigor a la construcción del bien común en todos los sectores de la sociedad en los países del norte de África y Oriente Medio.
Que el nacimiento del Salvador afiance las perspectivas de diálogo y la colaboración en Myanmar, en la búsqueda de soluciones compartidas. Que el nacimiento del Redentor asegure estabilidad política en los países de la región africana de los Grandes Lagos y fortalezca el compromiso de los habitantes de Sudán del Sur para proteger los derechos de todos los ciudadanos
Queridos hermanos y hermanas, volvamos la vista a la gruta de Belén: el niño que contemplamos es nuestra salvación. Él ha traído al mundo un mensaje universal de reconciliación y de paz. Abrámosle nuestros corazones, démosle la bienvenida en nuestras vidas. Repitámosle con confianza y esperanza: «Veni ad salvandum nos».

-Cinco pasos para vivir el Evangelio


El Papa ha descrito un nuevo modo de ser cristiano

“Cinco pasos para relanzar el anuncio del Evangelio en Europa”: es la propuesta delineada por Benedicto XVI que ha tenido una amplia resonancia en todo el mundo.
Para resolver el problema de la crisis de la Iglesia en el viejo continente, cuyo núcleo “es la crisis de la fe”, Benedicto XVI ha descrito “un nuevo modo, renovado, de ser cristiano”, trazando cinco caminos a seguir, cinco indicaciones “para entender qué cosa anunciar (y cómo), a un mundo que parece “cansado” y “aburrido” de ser cristiano,.
También este año el papa, ante la proximidad de la Navidad, “nos ha dicho algo bello, importante y alentador”, afirma el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, “y lo ha hecho teniendo como escenario este tiempo de crisis que él cree que es, con razón, no solo económica, sino profundamente moral, cultural y espiritual”.
La reflexión del Papa se ha centrado también en una de las experiencias “que más le ha impresionado el año pasado: la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid”, que ha puesto en evidencia que el primer paso a seguir es, ante todo, “una nueva experiencia de la catolicidad, de la universalidad de la Iglesia”.
Comprender que todos somos hermanos y hermanas, y que “no es solo una idea, sino una experiencia”, nos debe llevar a la belleza de vivir para el otro: “el tiempo y la vida encuentran su sentido cuando ambos son donados, y no cuando son retenidos para uno mismo..
A partir de esta toma de conciencia, se debe continuar el camino señalado por Benedicto XVI, en el cual, paso a paso, redescubrimos la adoración: “acto de fe ante Cristo resucitado presente entre nosotros, por nosotros y con nosotros en la Eucaristía” y aún más, el perdón de Dios a través del sacramento de la Penitencia “para contrarrestar continuamente nuestro egoísmo, aliviarnos el peso y reabrirnos al amor”.
Por último: “la certeza de ser queridos, aceptados, acogidos, amados por Dios; junto al entregarse, creer, pedir perdón y fiarse del amor.
 “Recorriendo estos cinco pasos la vida se abre a la alegría” concluye el director de Radio Vaticana, “si no, la duda de si esté bien existir no encuentra respuesta, se hace insuperable y la vida es presa de la tristeza”.
 “De la duda sobre Dios sigue inevitablemente la duda sobre el mismo ser humano; pero Dios se ha hecho hombre justamente para ayudarnos a superar estas ´dudas´”, asegura el padre Lombardi, citando las palabras del Papa. La mayor esperanza, por lo tanto, es vivir con la certeza de que es “bueno existir como seres humanos, aún en tiempos difíciles”, concluye.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

-La Virgen Maria explica la Navidad

La Virgen María revela la Navidad en Medjugorje
Una de las videntes, Jelena, tuvo una visión de  la Navidad, el 25 de diciembre de 1984. Esta visión aparece en el libro “Oren Juntos con el Corazón Alegre”, del Padre Slalvko, quien fuera Padre Espiritual de los videntes:
—“La Virgen me había prometido el 22 de diciembre, que el 25 me iba a mostrar cómo vivió la Navidad; y tuve la siguiente visión:
Al principio vi un ángel que luego desapareció. De inmediato todo se volvió oscuridad y de la oscuridad, poco a poco, apareció un cielo estrellado. En el horizonte vi a alguien que se acercaba. Era San José con un bastón en la mano. Caminaba sobre una calle empedrada y en el fondo, hacia donde se dirigía, vi varias casitas iluminadas. A su lado vi un mulo y, sobre él, vi a la Virgen muy triste, mientras le decía a José: “Estoy muy cansada. Desearía que alguien nos hospedara esta noche”. José contestó: “Allí hay casas. Preguntaremos allí”. Al acercarse a la primera casa, José llamó a la puerta, alguien le abrió, pero en cuanto vio a José y a María, cerró inmediatamente. Esta escena se repitió varias veces. Y en alguna ocasión, para que María y José no llamaran a las puertas, mientras se dirigían hacia sus casas, llegaron a apagar las luces interiores. Ambos estaban muy tristes y, especialmente, José estaba muy apenado, confundido y turbado por todos estos rechazos. María, en medio de su tristeza, lo animó diciéndole: “¡José: conserva la paz! ¡El día de la alegría ha llegado! De todas formas, ahora deseo rezar contigo porque hay mucha gente que no permite nacer a Jesús”.
“Después de haber orado, María dijo: “¡José, mira, allá abajo hay un establo!  Parece que allí no duerme nadie. Seguramente está abandonado”. Y de esta manera se dirigieron hacia allí. Dentro hay un mulo y también el suyo delante del pesebre. Entonces, José recoge un poco de leña para encender el fuego. Luego coloca un poco de paja pero el fuego se apaga inmediatamente, porque tanto la leña como la paja están sumamente húmedas. Mientras tanto, María busca cómo calentarse cerca de los mulos.

Sucesivamente, se me presentó una segunda escena:
El establo, que hasta ahora estaba poco iluminado, de pronto se iluminó como si fuera de día. Y en un primer momento, cerca de María, vi al Niño Jesús recién nacido, mover las manitas y los piececitos. Tiene un rostro sumamente dulce, parece que ya sonríe. El cielo, por otra parte, se llena de muchas estrellas luminosas. Sobre el establo vi dos ángeles que llevaban en la mano algo parecido a una bandera grande, sobre la cual estaba escrito “¡Te glorificamos, oh Señor!”. Sobre estos dos ángeles, había un enorme ejército celestial que cantaba y glorificaba a Dios. Luego, algo distante del establo, vi a un grupo de pastores que cuidaba su rebaño. Estaban cansados y algunos ya dormían. Y he aquí que un ángel se les acerca y les dice: “Pastores escuchad la buena nueva: ¡Hoy Dios ha nacido en medio de vosotros! Lo encontrareis recostado en el pesebre de aquel establo. Sabed que lo que os digo es cierto”. Inmediatamente los pastores se dirigieron hacia el establo y, habiendo encontrado a Jesús, se arrodillaron y le ofrecieron sencillos dones. María se lo agradeció con dulzura, añadiendo: “Os lo agradezco todo, sin embargo, ahora quisiera orar con vosotros porque muchos no quisieron acoger a Jesús cuando iba a nacer”.

Después de esto, desapareció instantáneamente esta segunda escena y apareció la tercera:
Vi en Jerusalén a los Magos que preguntaban por Jesús, pero nadie sabía darles información al respecto hasta que vieron levantarse de nuevo la estrella cometa que los guiaba hasta el establo de Belén. Extasiados y conmovidos, observan al Niño Jesús, se inclinan rostro en tierra para  adorarlo profundamente y luego le ofrecen dones preciosos. María se lo agradece y les dice: “Ahora deseo orar con vosotros porque muchos hombres no quisieron adorar a Jesús”.

Hasta aquí la narración de la Navidad según Jelena. Añadimos que ese mismo año, el 15 de diciembre, la Virgen sugirió los siguientes temas de  meditación para los días de la Novena de la Navidad:

1. Abrid vuestros corazones porque Jesús quiere habitar en ellos después de Navidad.

2. Acoged la Navidad con alegría.

3. Purificaos para la Navidad.

4. De ahora en adelante, permitid que Jesús ocupe el primer lugar en vuestros corazones.

5. Permitid que sólo Jesús os colme de alegría.

6. Permitid que el amor esté presente en cada una de vuestras palabras.

7. Nace el Hombre – Dios que desea el mundo unido.

8. Vivid en Jesús.

9. No os apartéis de la Navidad.

A continuación, algunos mensajes de aquel mismo año sobre la Navidad

16 de diciembre: “¡Queridos hijos: procurad que de la iglesia emane la fragancia de la Navidad! ¡Y que la Navidad esté ya en los peldaños de vuestra casa! Purificad vuestros corazones de manera que estén listos para recibir a Jesús en Navidad. ¡No permitáis que las cosas materiales estén por delante de la Navidad de Jesús! Queridos hijos, Jesús nace: ¡recibidlo con un corazón  alegre!”.

18 de diciembre: “Queridos hijos: deseo que cada uno de vosotros prepare en vuestro corazón el pesebre para Jesús”.

21 de diciembre: “Queridos hijos: deseo que vosotros seáis como una flor que florece en Navidad para Jesús; una flor que no se marchitará y que nunca cesará de florecer aún cuando la Navidad haya pasado. Deseo que vuestros corazones sean como los pastores de Belén delante del pesebre de Jesús”.
25 de diciembre: “¡Deseo que esta sea para vosotros una Navidad luminosa!”.

Padre Francisco A. Verar
12 de diciembre de 2011
Fuente: www.centromedjugorje.org

La Navidad está ya muy cerca, pero hay que seguir preparándola para que su "espíritu" no pase de largo por nuestras vidas, por tener las puertas del corazón cerradas.
-La Virgen Maria explica la Navidad

jueves, 15 de diciembre de 2011

-la Fiesta de la Familia el 30 diciembre


«Queremos dar gracias a Dios por nuestras familias»

El próximo 30 de diciembre la Iglesia celebrará la Fiesta de la Familia

La celebración de la Fiesta de la Familia es una cita que ya se ha convertido en un clásico de las Navidades. Por eso, el próximo 30 de diciembre, la plaza de Colón, de Madrid, volverá a acoger a cientos de familias de toda Europa, «para estimularlas en su misión y recordarles que, para la Iglesia, la familia es una prioridad». Este año, la celebración tendrá ecos de la Jornada Mundial de la Juventud, incorporará algunas novedades y estará marcada por la austeridad que impone la crisis
«Nos encontramos en un momento en el que la familia está enferma. Basta ver el número de divorcios, de abortos, de parejas que no se casan... Por eso, queremos estimular a todas las familias, mostrar a toda la sociedad la belleza de la familia cristiana, y renovar a las familias en su misión; queremos dar gracias a Dios por nuestras familias. Porque todos tenemos una familia, y aunque unas sean más felices y otras menos felices, todos tenemos motivos para dar gracias a Dios por nuestra familia». Así explica la Hermana María Rosa de la Cierva, Secretaria de la Provincia Eclesiástica de Madrid, el motivo por el que, este año, la Iglesia volverá a celebrar la Fiesta de la Familia, en la plaza de Colón, de Madrid. La cita, que ya se ha convertido en un clásico de las Navidades, tendrá lugar el 30 de diciembre, coincidiendo con la celebración litúrgica de la Sagrada Familia. Eso sí, este año la celebración contará con importantes novedades. La primera es el enfoque, que será más juvenil, para aprovechar los ecos de la Jornada Mundial de la Juventud. De hecho, el lema elegido es Gracias a la familia cristiana, hemos nacido los jóvenes. Y la segunda, que será una celebración más austera en el gasto, «porque en tiempos de crisis, la Iglesia quiere dar testimonio», explica De la Cierva. Así, la colecta de la Eucaristía se destinará a cubrir los gastos de la Fiesta y, a diferencia de otros años, la organización no podrá costear el viaje a los Reyes Magos.
Facilidades para todos
También habrá diferencias en el día y la hora. Como el 30 de diciembre es viernes laborable y vispera de Nochevieja, la celebración tendrá lugar a partir de las 14:30 horas, para facilitar que tanto los padres que trabajen por la mañana, como las familias que quieran viajar por la tarde (de cara al fin de semana de Nochevieja), puedan acudir. Además, pensando en los más pequeños y en los más mayores, la organización ha querido evitar retrasar la celebración a la tarde, para no coincidir con las horas más frías. Las madres con bebés lactantes contarán con cabinas especiales para que puedan dar el pecho o el biberón a los niños, resguardándose del frío.

Un Rosario, con la Almudena

El desarrollo del acto también incluirá novedades. Además de contar con música y cantos -de los que se encargarán la Orquesta y Coro de la JMJ y el Coro del Camino Neocatecumenal-, este año se rezará un Rosario breve, mientras algunos jóvenes recorrerán la plaza llevando en andas a la Virgen de la Almudena. Entre misterio y misterio, se intercalarán testimonios de familias y de jóvenes, pero entre los que no está previsto que haya palabras de los líderes de movimientos y realidades eclesiales. Como explica María Rosa de la Cierva, «habrá testimonios de familias jóvenes, de parejas de novios que den testimonio del noviazgo cristiano, de matrimonios recién casados..., y queremos que todos tengan algo que ver con la JMJ. Porque la JMJ fue una experiencia que renovó a muchos jóvenes y queremos que ahora se renueve la fe de las familias».
Ni a favor ni en contra de nadie
Tras los testimonios, se proyectará un mensaje de Benedicto XVI y empezará la Eucaristía final, presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco. Como en otras ediciones, está prevista la asistencia de peregrinos de Europa y de España acompañados por sus obispos, y el cardenal Antonelli, Prefecto del Consejo Pontificio para la Familia, ya ha confirmado su asistencia, para invitar a los asistentes al Encuentro Mundial de las Familias, que se celebrará en Milán, en mayo de 2012. Así que, como concluye María Rosa de la Cierva, «el día 30, saldremos a la calle, no para ir en contra ni a favor de nadie, sino para dar gracias a Dios por la familia».

-los jóvenes y la familia hoy


Gracias a la familia cristiana, hemos nacido los jóvenes
Como cada año se ha organizado un encuentro de acción de gracias por la familia cristiana que tendrá lugar en Madrid, el 30 de diciembre 2011, con la celebración de una Eucaristía en la plaza Colón, y que este año tendrá el respaldo de numerosos jóvenes que han participado en las recientes JMJ, muchos de los cuales no habrían nacido si no hubiera sido gracias a la familia cristiana.
 “Gracias a la familia cristiana, hemos nacido los jóvenes”, en clara alusión y acción de gracias por la JMJ 2011 Madrid, será su lema y la fecha elegida obedece a que este año la fiesta litúrgica de la Sagrada Familia y su correspondiente jornada eclesial es el día 30 de diciembre. Los distintos actos de la celebración comenzarán a las 14:30 horas con la animación musical y religiosa a cargo de la orquesta y coro de la JMJ y del coro del Camino Neocatecumenal. A continuación se rezará el Rosario mientras algunos jóvenes recorrerán la plaza llevando en andas a la imagen de la Virgen de la Almudena.
Entre misterio y misterio del Rosario, se intercalarán testimonios de familias y de jóvenes, si bien, no está previsto que haya palabras de los líderes de movimientos y de realidades eclesiales. Se proyectará asimismo un mensaje de  Benedicto XVI. El colofón final será la eucaristía presidida por el cardenal Rouco Varela.
Está prevista la asistencia de peregrinos de toda España y de distintos países de Europa, acompañados por sus obispos. Ha confirmado sus asistencia el cardenal  Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, quien invitará a los asistentes a participar en el VII Encuentro Mundial de las Familias que tendrá lugar en la ciudad italiana de Milán del 30 de mayo al 3 de junio.
Los actos estarán marcados por la austeridad que impone la crisis y la necesaria solidaridad con los más afectados por ella. Según informa también la secretaria general de la provincia eclesiástica de Madrid, la hermana María Rosa de la Cierva, la colecta de la eucaristía se destinará a cubrir los gastos de la jornada. Asimismo, este año no se costeará el viaje a los Reyes Magos. Como en ocasiones anteriores, las madres con bebés lactantes contarán con cabinas especiales para protegerse del frío.
Desde la parroquia de Santa Joaquina de Vedruna de Barcelona está previsto ir a Madrid en autocar para el encuentro de las familias. Saldremos D.M el 29 por la noche a las 12 de la noche desde la calle Teniente Coronel Valenzuela (metro Palau Reial L3). El acto será en la Plaza Colón, el día 30, de 14 a 17,30 horas, con posterior regreso a Barcelona al acabar el acto. El precio del viaje aproximado es de 30 euros. Están convocados a ir familias y jóvenes. Quien quiera apuntarse que hable con los responsables o la parroquia

-la familia cristiana es evangelizadora


La familia es el camino de la Iglesia
El Papa recuerda el papel de la familia en la nueva evangelización
         …. El eclipse de Dios, la difusión de ideologías contrarias a la familia y la degradación de la ética sexual se encuentran relacionadas entre ellas. Y así como están en relación el eclipse de Dios y la crisis de la familia, la nueva evangelización es inseparable de la familia cristiana. De hecho, la familia es el camino de la Iglesia, porque es el espacio humano del encuentro con Cristo…
La mejor forma de combatir «el eclipse de Dios, la difusión de ideologías contrarias a la familia y la degradación de la ética sexual», es desde el testimonio de las familias comprometidas en la nueva evangelización, capaces de construir una sociedad más justa. Ésa es la propuesta que lanzó Benedicto XVI ante los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, a los que animó a participar en el Encuentro Mundial de las Familias, de Milán. Un mensaje cuyos ecos también resonarán, el próximo 30 de diciembre, en la plaza de Colón, de Madrid
En su discurso al Consejo Pontificio para la Familia, el pasado 1 de diciembre, Benedicto XVI volvió a lanzar a las familias católicas a comprometerse de forma activa en la defensa del matrimonio en la sociedad. Y no sólo desde un asociacionismo meramente civil, sino también desde su testimonio cristiano, o sea, desde los fundamentos de la nueva evangelización: «El eclipse de Dios, la difusión de ideologías contrarias a la familia y la degradación de la ética sexual se encuentran relacionadas entre ellas. Y así como están en relación el eclipse de Dios y la crisis de la familia, la nueva evangelización es inseparable de la familia cristiana. De hecho, la familia es el camino de la Iglesia, porque es el espacio humano del encuentro con Cristo», afirmó.
Del mismo modo que ya hizo el pasado mes de septiembre, durante el Encuentro Eucarístico Nacional italiano, Benedicto XVI animó de nuevo a los matrimonios cristianos a ser, no sólo receptores de la pastoral familiar, sino agentes activos en la evangelización de la sociedad y de las familias alejadas de Dios: «Los cónyuges no sólo reciben el amor de Cristo, convirtiéndose en una comunidad salvada -explicó-, sino que también están llamados a transmitir a los hermanos el mismo amor de Cristo, haciéndose comunidad salvadora».

Un compromiso evangelizador

De ese modo, «la familia, fundada en el sacramento del Matrimonio, es actuación particular de la Iglesia, comunidad salvada y salvadora, evangelizada y evangelizadora», y «está llamada a acoger, irradiar y manifestar en el mundo el amor y la presencia de Cristo», que «se realiza en la dedicación recíproca de los cónyuges y en la procreación generosa y responsable, en el cuidado y en la educación de los hijos, en el trabajo y en las relaciones sociales, en la atención de los más necesitados, en la participación de las actividades eclesiales y en el compromiso civil». Las palabras de Benedicto XVI ponen de nuevo el acento en la misión que las familias cristianas están llamadas a desarrollar en Europa, y que la Iglesia quiere potenciar en la era de la nueva evangelización, con encuentros como el del próximo día 30, en la Plaza de Colón, de Madrid -donde se proyectará un video-mensaje de Benedicto XVI-, o el Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar en Milán del 30 de abril al 2 de mayo de 2012. También en esta línea, y ante los debates que se están generando en algunas comunidades centro-europeas y que buscan difuminar los límites del sacramento del Matrimonio, el diario de la Santa Sede, L'Osservattore Romano, recordaba, hace unos días, un escrito del entonces cardenal Joseph Ratzinger, sobre la comunión por parte de los divorciados vueltos a casar, en el que ya proponía lo que, hoy, como Papa, sigue proponiendo, que «la pastoral del matrimonio debe fundarse en la verdad», y defenderse sin miedos.

-datos que también provoca la crisis de familia


Resultados de la vida sin Dios
«¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia! Por consiguiente es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia». Juan Pablo II - Familiaris consortio, núm. 86

Se trata de la actual crisis, que como sabemos, no es solamente económica, sino que es fundamentalmente una crisis de fe (crisis "de valores" como se dice en el lenguaje habitual). El mundo occidental esta forjando su autodestrucción, precisamente porque ha apostatado de sus orígenes cristianos.
Os invitamos a ver un estudio muy documentado que se refiere a las crisis de familia que provoca la forma de vida laicizada y egoísta que agobia a todo el mundo Occidental. El artículo va firmado por la Psicóloga Mercedes Palet Fritschi. Mercedes Palet, española de nacimiento y nacionalizada en Suiza donde reside, ejerce consulta cerca de Zurich, y da cursos y conferencias en todo el mundo, incluyendo la Universidad Abat Oliba y la Fundación Balmesiana de Barcelona. http://www.christusregnat.com/pagina%2018.htm

miércoles, 7 de diciembre de 2011

-Esperamos la venida del Señor


La doble esperanza en la venida del Señor. ¡Maran atha!
El nacimiento de Cristo, que la Iglesia empieza a preparar durante el Adviento, «no extingue la expectativa del Antiguo Testamento» de la llegada del Mesías; más bien, «la transforma y robustece, orientándola hacia la segunda venida». La liturgia y las figuras del Adviento unen, así, el Antiguo y el Nuevo Testamento
Adviento, la venida... Es éste el tiempo de la gozosa expectación del Señor. Tiempo, por tanto, destinado a la meditación en torno a la esperanza. En efecto, la liturgia de estas cuatro semanas que preceden a la Navidad vuelve, una y otra vez, sobre este tema, recogiendo textos proféticos del Antiguo Testamento, que aúna la esperanza ardiente de la llegada del Mesías con la visión neotestamentaria del segundo advenimiento, al final de los tiempos, cuando llegue la hora del Juicio y la Parusía.
Dos son, en rigor, las ideas centrales desarrolladas por los textos litúrgicos de este tiempo: la penitencia y la esperanza. El recogimiento y la purificación se mezclan al ¡Gaudete!, ¡Alegraos!, que es la invocación constante con que se quiere recordar a los fieles el gozo que esta espera trae consigo. Aguardando la venida del Salvador, deben dejar transcurrir los cristianos estos días; mas la expectación entraña, a la vez, una actitud de ascesis, de transformación íntima para purificar el espíritu antes de la jornada gloriosa de la Navidad. La metanoia, la conversión en el hombre nuevo de que habla san Pablo, tal es el verdadero sentido de esta actitud de penitente propia del Adviento.

Tres figuras a la espera

Tres figuras se destacan en los textos que la Iglesia propone a nuestra meditación en estas semanas previas a la Navidad: Isaías, san Juan Bautista y María. En estas tres figuras se encarna la visión cristiana de la esperanza.
El primero es el profeta de la expectación mesiánica, mas en él también se anuncia a María, a través de cuyo fiat se operará el misterio de la Encarnación: He aquí que la doncella dará a luz un hijo y le llamará «Emmanuel». San Juan Bautista es el que prepara los caminos del Señor por medio de la penitencia y del bautismo: revistiendo sus actos de ejemplar humildad, no ignora que su misión consiste en anunciar al que viene, y, por tanto, él mismo debe oscurecerse para hacer brillar tan sólo la presencia del Salvador: Conviene que yo desaparezca. La Virgen, con su aceptación -Hágase en mí según tu palabra- lo hace posible todo; aguarda, consciente de las maravillas que en ella ha hecho el Señor, a que surja de su seno el Redentor del mundo, mas en su visión ya aparece, junto a la figura del Mesías glorioso, la del varón de dolores, del hijo que se ofrece como víctima en el ara de la cruz. Vincúlase así, en indiscernible unión, el tiempo de Adviento con el Misterio Pascual, pues la venida del Redentor envuelve ya el anuncio, a los ojos de María, de la Pasión y de la Resurrección.
La esperanza que acompaña el despliegue de la liturgia anterior a Navidad se manifiesta fundamentalmente en dos direcciones: la esperanza del Mesías y la esperanza del Reino, esto es, la Parusía. Cristo, con su nacimiento, no extingue la expectativa del Antiguo Testamento: la transforma y robustece, orientándola hacia la segunda venida. En modo alguno podría pensarse en una ruptura entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, antes bien es lo cierto que el mesianismo de aquél desemboca en éste, siendo justamente Juan Bautista el nexo vivo que los enlaza y armoniza. Por lo que hace a María, no sólo es ella el camino por donde se cumplen las promesas mesiánicas, pues también los textos sagrados la conciben como Madre e intercesora, que nos ayuda a esperar, o por mejor decir, que nos ayuda a hacer de nuestra existencia un acto de continua esperanza. No en vano aparece, rodeada del vivo resplandor de Adviento, la mayor de las festividades de la Virgen, la que celebra su Inmaculada Concepción.

Ven, Señor Jesús

La visión del reino futuro se da con máxima claridad en la teología de san Pablo, pudiéndose encerrar el contenido fundamental de sus Epístolas en la expresión anhelante que brota de los labios de la Iglesia: ¡Maran atha!, Ven, Señor, ven.
La Iglesia ve, por su parte, en la Comunión, una fuente de la esperanza cristiana. La institución de la Eucaristía en las palabras de la Última Cena, une ya la memoria del Salvador, por parte de los creyentes, a su espera gloriosa. Cuantas veces comáis de este pan y bebáis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga. Tal era la actitud de los primeros cristianos, para quienes la Eucaristía poseía una clara orientación escatológica, esto es, una esperanza dirigida hacia el final de los tiempos.
Nunca han necesitado tanto los hombres que la esperanza venga a levantar sobre ellos una luz que les guíe y dé sentido a sus existencias, como en estos tiempos de angustia ensombrecidos por toda clase de amenazas. Nada parece, por tanto, tan urgente como un retorno a las fuentes vivas de la esperanza humana, en la Buena Nueva predicada por Jesucristo. El magisterio de la Iglesia, en estos días de Adviento, renueva a todos los hombres el perenne mensaje de esperanza que fluye de la escena de Jesús, niño, iluminando al mundo desde el portal de Belén.

-los hijos son para la vida eterna


Vida: destino eterno

«Una reflexión especial quisiera tener para vosotras, mujeres que habéis recurrido al aborto. La Iglesia sabe cuántos condicionamientos pueden haber influido en vuestra decisión, y no duda de que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e incluso dramática. Probablemente, la herida aún no ha cicatrizado en vuestro interior. Es verdad que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto. Sin embargo, no os dejéis vencer por el desánimo y no abandonéis la esperanza. Antes bien, comprended lo ocurrido e interpretadlo en su verdad. Si aún no lo habéis hecho, abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación. Podéis confiar con esperanza a vuestro hijo a este mismo Padre y a su misericordia»: así lo escribió Juan Pablo II, en la Conclusión de su encíclica Evangelium vitae, de 1995.
Y no quedan ahí las palabras del Papa; van más allá, hasta el destino eterno de esos hijos, la auténtica luz que ilumina el camino entero, desde la concepción hasta la muerte natural. Por eso, desde esa Luz, que es el mismo Cristo, presente en la Iglesia, sigue diciendo a estas mujeres: «Ayudadas por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida. Por medio de vuestro compromiso por la vida, coronado eventualmente con el nacimiento de nuevas criaturas y expresado con la acogida y la atención hacia quien está más necesitado de cercanía, seréis artífices de un nuevo modo de mirar la vida del hombre».
Sólo desde ese nuevo modo de mirar puede defenderse, en toda su hondura, toda vida humana y en toda circunstancia. A menudo se oye decir que no hace falta la fe para defender la vida, que hay agnósticos y ateos que la defienden. Habría que preguntar qué es, en realidad, lo que defienden, ¿una vida destinada a la muerte y a la nada? ¿Qué valor tendría tal vida? Si la defienden de verdad, es porque la fe no está tan lejos de ellos. Con toda razón, ya en 1981, en la exhortación Familiaris consortio, Juan Pablo II decía así: «Algunos se preguntan si es un bien vivir, o si sería mejor no haber nacido; dudan de si es lícito llamar a otros a la vida, los cuales quizás maldecirán su existencia en un mundo cruel, cuyos terrores no son ni siquiera previsibles. Otros piensan que son los únicos destinatarios de las ventajas de la técnica y excluyen a los demás, a los cuales imponen medios anticonceptivos o métodos aún peores. Otros todavía, cautivos como son de la mentalidad consumista y con la única preocupación de un continuo aumento de bienes materiales, acaban por no comprender, y por consiguiente rechazar la riqueza espiritual de una nueva vida humana». La conclusión del Papa es nítida: «La razón última de estas mentalidades es la ausencia de Dios. Sólo su amor es más fuerte que todos los posibles miedos del mundo y los puede vencer».
Es preciso caer en la cuenta de que es la meta final lo que permite reconocer el valor de cada realidad. Sin conocer la espiga cargada de granos, o el árbol lleno de frutos, ¿qué valor podrá darse a su insignificante semilla? Sin conocer que no hay sólo -en palabras de san Agustín- dos instancias: el nacer y el morir, sin conocer el resucitar, que Cristo con su resurrección nos ha conseguido, esa meta eterna que todo ser humano desea en lo más verdadero de su corazón, ¿qué valor puede tener la vida? En la Iglesia hemos encontrado, como san Agustín, ese nuevo modo de mirar que puede afirmar, con Juan Pablo II en la Exhortación Familiaris consortio, que «la vida humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad», y que «al No que invade y aflige al mundo, contrapone este Sí viviente, defendiendo de este modo al hombre y al mundo de cuantos acechan y rebajan la vida».
Y, con la encíclica Evangelium vitae, hemos de reconocer que «la opción incondicional a favor de la vida alcanza plenamente su significado», únicamente «por la fe en Cristo, el Hijo de Dios que se ha hecho hombre y ha venido entre los hombres para que tengan vida y la tengan en abundancia». ¡Sin rebaja alguna! Porque «la vida que Dios ofrece al hombre es un don con el que Dios comparte algo de sí mismo con la criatura. Es mucho más que un existir en el tiempo. Es tensión hacia una plenitud de vida, es germen de una existencia que supera los mismos límites del tiempo». Con menos de esto, ciertamente, no hay corazón humano sano que se pueda conformar. En definitiva, el terrible descenso de la natalidad no lo causa la pobreza material, sino esa otra espiritual que ciega la mirada al destino eterno. Por eso, sólo desea de veras transmitir la vida quien la acoge en su plena verdad de don de Dios con su mismo destino eterno.

-El infierno y los infiernos


El infierno y los infiernos
Algunos se han empeñado en dejar vacío el infierno, movidos por un sentimentalismo que representa el buenismo religioso. Esta postura es falaz porque adolece de un doble error: que el amor divino no puede estar en contradicción con la justicia, y que ignora el papel de la libertad del sujeto. Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti, dirá san Agustín.
Dios no predestina a nadie a ir al infierno. Su existencia no es un invento de la Iglesia para tener a sus fieles atemorizados. Nunca el miedo nos acerca al Señor, porque estrecha la mente, anquilosa el corazón y nos hace inoperantes. En cambio, el santo temor de Dios y el no olvidar que podemos ser merecedores de las penas del infierno, es cosa muy distinta, porque nos estimula al reconocimiento continuo de la grandeza del amor divino, a la conversión del corazón y a mantener una actitud vigilante en la vida. Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia acerca del infierno no son amenazas, sino llamamientos a la responsabilidad con la que el hombre debe usar su libertad en relación con Dios, con los demás y consigo mismo. Sólo aquellos que mantienen una aversión voluntaria a Dios (pecado mortal) y persisten en él hasta el final de sus días, escucharán la sentencia divina: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, que fue destinado para el diablo y sus ángeles. Ese fuego que nunca se apaga, que diría Jesús, representa la separación total y eterna de Dios. En esa situación, el pecador sufrirá la infelicidad, se hallará en tinieblas y en sombras de muerte para siempre.
Si algunos piensan que esto es exagerado y pasado de moda, les remito a que repasen los infiernos humanos, fabricados por las ideologías deshumanizadas y las estructuras sociales injustas, que pisotean la dignidad de los hombres y de los pueblos. Que vean los infiernos familiares como consecuencias del desamor, del engaño y que, en muchísimas ocasiones, llegan hasta la violencia de todo tipo. Se pueden continuar analizando tantos infiernos personales, frutos del egoísmo y del desprecio de lo más elemental, que es el cumplimiento de los Diez Mandamientos. Y contemplando este panorama de infiernos, ¿se podrá negar la existencia de un infierno eterno tras la muerte?
+ Juan del Río Martín
arzobispo castrense

-Balance de la JMJ: 354 millones para España


Un balance muy positivo de la Jornada Mundial de la Juventud

La Jornada,  en un Occidente descristianizado y con un Gobierno no simpatizante, era sin duda un riesgo. Podía fracasar. Y la oposición a la visita del Papa incluso desde la misma Iglesia, con anuncio de manifestaciones de protesta,  no auguraban nada bueno. Como tampoco la concentración de los “indignados” en Sol, tolerada, si no animada por el Gobierno, o la machacante insistencia en el coste del viaje del Papa cuando se estaban recortando sueldos, pensiones y empleos. Pues los pesimistas fracasaron en sus pronósticos y los más optimistas incluso fueron desbordados.
La Jornada Mundial de la Juventud fue un éxito espectacular. La asistencia de jóvenes desbordó todas las previsiones, su comportamiento fue ejemplar tanto cívica como religiosamente. Comentan que el Papa quedó encantado del desarrollo del encuentro, como también los muchos cardenales que vinieron a Madrid. La contra-manifestación, absolutamente ridícula, pese a haberse anunciado en todos los medios. No llegaron a cinco mil los que fueron a protestar de la visita papal. Y hasta el dinero invertido se multiplicó por mucho en los beneficios que obtuvo Madrid. Y también, aunque menores, otras ciudades españolas. Y eso refiriéndonos sólo a los tangibles. Que los intangibles, de publicidad gratuita de España han sido inmensos.
Buena parte del enorme éxito hay que atribuírselo al cardenal Rouco que en todo momento estuvo pendiente de la mejor organización del evento.

 

El impacto económico de la JMJ superó los 354 millones de euros para España

Cuentas claras

El impacto económico de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) celebrada en agosto de este año en Madrid, alcanzó los 354,3 millones de euros en España, según la auditaría realizada por PricewaterhouseCooper (PWC) Economics.
Los resultados de este trabajo, presentados este miércoles por el director de PWC Economics, Enrique Cañizares Pacheco, ha explicado que la organización de la JMJ invirtió en el evento 50 millones de euros.
Del total del impacto económico de la JMJ, el 65 por ciento fue para Madrid (231,5 millones de euros), donde las pernoctaciones crecieron un 29 por ciento frente al 6,2 por ciento en el resto de España.
Además, se crearon 4.589 puestos de trabajo en todo el país, de los que 2.894 fueron en Madrid. El director financiero de la JMJ y vicepresidente para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Fernando Jiménez Barriocanal, ha asegurado que la JMJ no ha generado déficit y que las cuentas públicas tendrán un saldo positivo.
Hoy conviene recordar cómo los vociferantes «laicos» progresistas acosaban a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud y acusaban al Gobierno de haber roto la aconfesionalidad del Estado con las subvenciones a la visita de cientos de miles de jóvenes de todo el mundo. La ignorancia, la mala fe y el sectarismo se dieron la mano en estas protestas, que retrataron la cruda realidad de una izquierda antidemocrática y agresiva. Y, además, mentirosa, porque una auditoria encargada por la organización de la JMJ ha confirmado que cualquier coste que fuera asumido por el Estado quedó rentabilizado con creces por los ingresos fiscales. Solo por IVA se recaudaron 28,3 millones de euros. Además, la estancia de peregrinos los dias previos y posteriores animó la actividad económica, principalmente de Madrid, pero no solo de la capital. Lo importante de esta auditoria no es solo el detalle de los números, sino el desenmascaramiento de lo que fue toda una estrategia de difamación contra la Iglesia.