miércoles, 23 de marzo de 2022

- El Viacrucis creado por la Virgen María

María y el Via Crucis

Después que murió Jesús, estando la Virgen María en Jerusalén, Ella diariamente recorría la Vía Dolorosa de Jerusalén siguiendo la misma ruta por la que pasara Jesús cargando con la cruz a cuestas. Se detenía en cada uno de aquellos sitios que ofrecían un recuerdo especial para meditar y considerar la angustia que allí sufrió. Ella nos contó los secretos del camino que hizo Jesús hacia su crucifixión por la Vía Dolorosa de Jerusalén el Viernes Santo, desde el Pretorio al Calvario. María comenzó una devoción que rememora todo lo que vio durante las últimas 9 horas de vida de su Hijo, el Via Crucis.

Y Ella nos enseñó a detenernos en cada una de las estaciones y meditar, como estando presente allí, como sólo Ella, las mujeres y Juan estuvieron aquel viernes santo de la pasión.

Todo ello dio forma a lo que luego relatan los evangelios, que comenzaron a ser escritos no antes de 15 años después de la muerte de Jesús y luego de la Asunción de María, los textos que narran la Pasión de Jesús..

¿Y cómo María desarrolló el vía crucis?

Después de la muerte de Jesús, María  y unas santas mujeres marcharon a casa de Lázaro, donde se encontraban las otras mujeres. Y allí el amor, el ardiente deseo de estar cerca de Jesús y de no abandonarlo, le dieron una fuerza sobrenatural y entonces partieron en número de 17 para seguir el camino de la Pasión nuevamente.

Dice la beata Catalina Emmerich, la vidente: «Yo las vi cubiertas con sus velos llegar sin atender a las injurias del populacho, besar la tierra en el sitio en que Jesús cargó con la Cruz, y después seguir el camino que Él mismo había seguido».

María buscaba las huellas de los pies de Jesús, contaba todos sus pasos e indicaba a sus compañeras los lugares consagrados por alguna dolorosa circunstancia. 

De esta manera es como esta devoción fue en un principio escrita en el corazón de María, pasó de su sagrada boca a sus compañeras, y de éstas a las escrituras y luego a nosotros.

¿Cómo se reveló lo que hizo María?

Pocas personas saben que esta devoción del Vía Crucis fue creada por la misma Virgen María no bien murió Su Hijo. Esto fue revelado por la beata Ana Catalina Emmerich, gracias a cuyas videncias fue localizada la casa donde María vivió los últimos años de su vida junto con el apóstol Juan, en Éfeso. Y hoy es un lugar de peregrinación que se encuentra en Turquía.

Así es cómo María creó el Via Crucis.

Esta devoción tiene tres grandes beneficios para los cristianos hoy, y es recomendable realizarla no sólo en cuaresma sino en todo tiempo, en especial los viernes.

Primero, porque corre el velo de lo que los ojos de María vieron como madre

Segundo, porque se trata de una devoción con una estricta base histórica, rememoramos cosas que sucedieron realmente.

Y tercero, porque nos ayuda a comprender la parte culminante de la misión del Señor en la Tierra y su sufrimiento por la redención de los seres humanos.

Esta devoción creada por María, se puede practicar en las iglesias, donde por lo general existen reproducciones pictóricas de las estaciones de la Cruz.

O externamente al templo, por ejemplo en una manifestación alrededor de la parroquia.

Y es especialmente apta para realizarla cada uno en su casa.

Nuestra Señora sobrevivió 15 años a la ascensión de Jesucristo. 

Cinco años habitó en Jerusalén y los otros 10 en Éfeso, junto a San Juan, el discípulo amado.

La Iglesia Católica sostiene el dogma que María ascendió en cuerpo y alma al cielo, pero no se expidió si la Virgen murió previamente o sólo dormitó.

Luego de 5 años en Jerusalén, la Virgen María se mudó a una casa que había hecho construir Juan en Éfeso. Varias familias cristianas se habían establecido allí, antes incluso de que estallara la gran persecución. Permanecían en tiendas o en grutas, hechas habitables con la ayuda de algunos entablados, separadas una casa de otra por alrededor de 1 kilómetro.

La casa de María era la única de piedra y estaba a 17 kilómetros de Éfeso, un lugar solitario, con muchas colinas agradables y algunas grutas excavadas en la roca.

Había en las cercanías un castillo donde residía un rey que había sido destronado, que San Juan visitaba a menudo y que luego convirtió. Donde más tarde fue un obispado. 

Ana Catalina Emmerich da muchos detalles de la casa, que sirvieron luego para que una expedición encontrará la casa a finales del siglo XIX. Había permanecido oculta para el mundo por siglos, pero paradójicamente tenía en el frente una imagen de la Virgen y era un lugar de peregrinación, especialmente de los musulmanes. 

No bien se instaló María en la casa construyó una réplica del vía crucis de Jerusalén, a alguna distancia detrás de su casa, en el camino que conducía a la montaña.

De tanto recorrerlo en Jerusalén sabía exactamente los pasos entre un lugar y otro de los 12 sucesos, a los que Ella daba más significación.

La beata Emmerich dice que a poco de su llegada a Éfeso la Virgen recorría la vía dolorosa entregándose a las meditaciones de la pasión. Al principio iba sola, y medía con el número de pasos la distancia entre los diversos lugares donde había ocurrido algún incidente de la Pasión. En cada lugar, erigiría con el tiempo una piedra, o si allí había un árbol, le haría una señal.  El camino conducía hasta un bosque en donde una altura representaba el Calvario y una gruta en otra altura representaba el Santo Sepulcro.

Y cuando hubo dividido el trayecto en doce estaciones bien señalizadas y a las distancias exactas de los sucesos originales, lo seguiría diariamente en compañía de su sirvienta, sumergida en silenciosa contemplación.

Se sentaban en cada sitio que recordaba un episodio de la Pasión, meditando su significación misteriosa, dando gracias al Señor por su amor y derramando lágrimas de compasión. Y aún después arregló mejor las estaciones. 

Dice la beata Emmerich que la vio escribir con un punzón en cada una de las piedras la indicación de lugar que representaba, el número de pasos y otras cosas semejantes. 

También la vio limpiar la gruta del Santo Sepulcro y disponerla de manera que se pudiera orar más cómodamente.

San Juan, las santas mujeres y los fieles de la primitiva Iglesia, acompañaban en ocasiones a Nuestra Señora en ese piadoso camino.

E incluso llegaba gente desde Jerusalén y de otros lugares para recorrerlo.

Más adelante, luego de la Asunción de María, todo esto fue mejor ordenado y siguió siendo frecuentado por los cristianos que se postraban y besaban la tierra. Pero con el tiempo y las persecuciones, se lo fue comiendo el olvido.

También relata la beata Emmerich que después del tercer año de estancia en Éfeso, María tenía grandes ansias de ir a Jerusalén, y Juan y Pedro la llevaron allí. 

Parece que en ocasión de una especie de concilio de los apóstoles, donde María los asistiría con sus consejos. Y a su llegada, por la tarde ya oscurecido, visitó el Monte de los Olivos, el Calvario, el Santo Sepulcro y todos los santos lugares de los alrededores de Jerusalén. 

Estaba tan triste y conmovida que apenas podía tenerse de pie, y Pedro y Juan la tenían que llevar sosteniéndola. Y luego, 1 año y medio antes de su Asunción, María volvió a Jerusalén de nuevo y visitó los santos lugares con los apóstoles, otra vez por la noche. Y suspiraba continuamente diciendo: «Oh Hijo mío, Hijo mío».