El
Papa convoca a una jornada de ayuno y oración mundial para que «no haya más
guerras»
1 septiembre 2013
El
Papa Francisco convocó para el próximo 7 de septiembre una jornada de oración y
ayuno mundial para la paz en Siria, en Medio Oriente y en todo el mundo.
Por
sorpresa, el Papa dedicó todo el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro a
lanzar un fuerte llamamiento para que "no haya más guerras" y expresó
su preocupación por el "dramático desarrollo que se presenta en
Siria". Instó a todas las partes a la búsqueda de la paz en Siria, por
medio del diálogo y la negociación en Siria, así como en el resto de países
donde hay guerras.
Invitación a todo el mundo, no sólo los
católicos. El papa Francisco invitó a unirse a la jornada de oración y ayuno
por Siria, de la manera que prefieran, también a los "hermanos cristianos
no católicos, a los fieles de las otras religiones y a las personas de buena
voluntad" y a los no creyentes.
"La
humanidad necesita ver gestos de paz y oír palabras de paz", dijo.
"¡Qué
no haya mas guerras! La paz es un don demasiado precioso que tiene que ser
promovido y tutelado", dijo el papa, quien añadió: "La guerra sólo
produce más guerras y la violencia más violencia".
"En
estos días mi corazón está profundamente herido por lo que está ocurriendo en
Siria y angustiado por el dramático desarrollo que se prepara", añadió el
papa, que lanzó un "fuerte llamamiento por la paz" ante "el
sufrimiento y la destrucción que conlleva el uso de las armas, especialmente
entre la población más débil".
En
su mensaje, Francisco también expresó su dura condena al uso de las armas
químicas. "Todavía tengo en el corazón y en la mente las terribles
imágenes de los pasados días. ¡Existe un juicio de Dios y de la historia del
que no se puede huir", advirtió.
Y
agregó: "No es la cultura del enfrentamiento y del conflicto lo que
construye la convivencia entre los pueblos sino la del encuentro y la del
diálogo. Este es el único camino para la paz".
El
papa instó después "a todas las partes de este conflicto a que escuchen
las voces de su propia conciencia, que no se encierren en sus propios intereses
y miren al otro como un hermano y comiencen con valor y decisión la vía de las
negociación, superando el ciego enfrentamiento".
También
exhortó a la comunidad internacional a garantizar la asistencia necesaria a los
damnificados por el conflicto sirio y que se asegure a las organizaciones
humanitarias la posibilidad de prestar la ayuda necesaria
Texto
íntegro de la alocución del Papa antes de la plegaria a María
(Ángelus 1 de septiembre de 2013):
Queridos
hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hoy,
queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del grito que sube de
todas partes de la tierra, de todo pueblo, del corazón de cada uno, de la única
gran familia que es la humanidad, con angustia creciente: ¡es el grito de la
paz! El grito que dice con fuerza: ¡queremos un mundo de paz, queremos ser
hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, destrozada por
divisiones y por conflictos, estalle la paz; nunca más la guerra! ¡Nunca más la
guerra! La paz es un don demasiado precioso, que debe ser promovido y tutelado.
Vivo
con particular sufrimiento y preocupación las tantas situaciones de conflicto
que hay en nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente
herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por los dramáticos
desarrollos que se presentan.
Dirijo
un fuerte llamamiento por la paz, ¡un llamamiento que nace de lo íntimo de mí
mismo! ¡Cuánto sufrimiento, cuánta devastación, cuánto dolor ha traído y trae
el uso de las armas en aquel martirizado país, especialmente entre la población
civil e inerme! ¡Pensemos en cuantos niños no podrán ver la luz del futuro!
Con
particular firmeza condeno el uso de las armas químicas: les digo que tengo aún
fijas en la mente y en el corazón las imágenes terribles de los días pasados!
¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras
acciones al que no se puede escapar! Jamás el uso de la violencia lleva a la
paz. ¡Guerra llama guerra, violencia llama violencia!
Con
toda mi fuerza, pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de su propia
conciencia, que no se cierren en sus propios intereses, sino que miren al otro
como un hermano y emprendan con coraje y con decisión la vía del encuentro y de
la negociación, superando la ciega contraposición. Con la misma fuerza exhorto
también a la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo para promover, sin
ulterior demora, iniciativas claras por la paz en esa nación, basadas en el
diálogo y en la negociación, por el bien de la entera población siria.
Que
no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a quien
está afectado por este terrible conflicto, en particular a los evacuados en el
país y a los numerosos prófugos en los países vecinos. Que a los agentes
humanitarios, empeñados en aliviar los sufrimientos de la población, se les
asegure la posibilidad de prestar la ayuda necesaria.
¿Qué
podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el Papa Juan: “a todos nos corresponde la tarea de
recomponer las relaciones de convivencia en la justicia y en el amor”.
¡Que
una cadena de empeño por la paz una a todos los hombres y a las mujeres de
buena voluntad! Es una invitación fuerte y urgente que dirijo a la entera
Iglesia Católica, pero que extiendo a todos los cristianos de las demás
Confesiones, a los hombres y mujeres de toda religión y también a aquellos
hermanos y hermanas que no creen: la paz es un bien que supera toda barrera,
porque es un bien de toda la humanidad.
Repito
con voz alta: no es la cultura del enfrentamiento, la cultura del conflicto la
que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino la
cultura del encuentro, la cultura del diálogo: éste es el único camino hacia la
paz.
Que
el grito de la paz se eleve alto para que llegue al corazón de todos y todos
dejen las armas y se dejen guiar por el anhelo de paz.
Por
esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar para toda la Iglesia el próximo
7 de septiembre, víspera de la fiesta de la Natividad de María, Reina de la
Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio, y
en el mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa, según el modo
que considerarán más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los
pertenecientes a las demás religiones y a los hombres de buena voluntad.
El
7 de septiembre, en la Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00 y hasta las
24.00, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para invocar de
Dios este gran don para la amada nación Siria y para todas las situaciones de
conflicto y de violencia en el mundo.
¡La
humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de escuchar palabras de
esperanza y de paz! Pido a todas las Iglesias particulares que, además de vivir
este día de ayuno, organicen algún acto litúrgico según esta intención.
A
María le pedimos que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la
guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación y del amor.
Ella
es Madre: que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus
hijos. Ayúdanos, María, a superar también este momento difícil y a empeñarnos a
construir cada día y en todo ambiente una auténtica cultura del encuentro y de
la paz.
María,
Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!
Todos:
María, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!