lunes, 12 de septiembre de 2011

-La fe no es un moralismo, es una respuesta


La fe no es un sentimentalismo, ni un moralismo; es la respuesta a la búsqueda de la verdad del hombre, con todo lo que eso conlleva
A mí me da la impresión de que hemos sentido un escalofrío de fe, de esperanza y de caridad. Lo hemos sentido quienes pertenecemos a la Iglesia, pero también lo ha sentido la sociedad y el mundo de la política que ha mirado con ojos limpios este acontecimiento. Quien ha visto lo que ha ocurrido sabe que la fe es verdad, y que la fe de los jóvenes es verdadera.
Y destacaría además que, frente a la tentación del cristianismo del reduccionismo, de aminorarnos…, todas las invitaciones del Papa a los jóvenes se refieren a la obligación de buscar la verdad, a la exigencia de la santidad… Son altos ideales. El Papa llama también a remar mar adentro en la sociedad. Por cierto, hay quien hablaba de exhibición de fuerza de la Iglesia. La clave no es la fuerza o la debilidad, sino la presencia o la ausencia.
Y sin olvidar que llevamos en España ocho años de machaque cultural e ideológico contra el catolicismo, y no me refiero solamente a las legislaciones del Gobierno, sino también a las series de televisión, o a la hostilidad latente contra el catolicismo, que incluso emergió en la JMJ (siendo todo lo minoritaria que se quiera, se abrió paso en las portadas de los periódicos, y tuvo una dimensión como nunca antes en la historia de las JMJ). Y, de pronto, te encuentras con una afluencia masiva de jóvenes, y ¡de qué calidad! Es imposible que surjan de la nada esos cientos de miles de chavales, con esa calidad en la escucha, en el orden, en la espera, en el tipo de comunión, en el tipo de relación… Mi impresión fue: la Iglesia está viva. Esto no significa caer en el triunfalismo, ni decir que ya todo está resuelto, pero la Iglesia está viva, y pensábamos que estaba poco menos que moribunda…
Y hay otra cuestión: quien está enferma es la sociedad y la cultura; quien está viva es la Iglesia, porque la Iglesia más que institución, es una vida que se comunica. Y lo que hemos vivido en las Jornadas es una vida que se ha comunicado, que se ha presentado tal cual es. De manera muy visible y muy concreta. El Papa nos ha metido en la dinámica de la vida y de lo concreto. Ojo, porque una de las otras grandes tentaciones del cristianismo en la historia presente, a la que nos ha llevado la Ilustración, ha sido la abstracción. La abstracción divide, lo concreto une. Por eso, la Eucaristía es lo que más une en la vida de los cristianos. -nos dice José Francisco Serrano, Decano de la Facultad de Humanidades y Comunicación, de la Universidad CEU-San Pablo-.
Me parece también importante subrayar el hecho de que quien ha convocado es el Papa. Es una parte fundamental del éxito de la JMJ, que nos hace pensar que Pedro sigue teniendo ese ministerio profético, específico, para sorpresa del mundo, incluso cuando ese ministerio ha sido objeto de duras críticas, fuera y dentro de la Iglesia. Convoca también Benedicto XVI, de quien todos nos preguntábamos, en un primer momento, si este Papa intelectual, mucho más contenido que Juan Pablo II, sería capaz de mantener una interlocución viva con los jóvenes. Y hemos visto que sí, e incluso que las JMJ han ido in crescendo. De su magisterio, ha vuelto a emerger en la JMJ una constante, que es la racionalidad de la fe. La fe no es un sentimentalismo, ni un moralismo; es la respuesta a la búsqueda de la verdad del hombre, con todo lo que eso conlleva. Por tanto, tiene una estructura racional, y tiene capacidad de ser interlocutora del hombre que busca, aunque no sea creyente.