Poner la Misericordia en acción
El mensaje de Misericordia es que Dios nos ama -a todos-, no
importa cuán grande sean nuestras faltas. ¡Cuántas veces nos cuesta entender
este amor misericordioso, y pensamos que un amor así es imposible! Sin embargo,
Él quiere que reconozcamos que Su misericordia es más grande que nuestros
pecados, para que nos acerquemos a Él con confianza, para que recibamos su
Misericordia y la dejemos derramar sobre otros, de tal manera de que todos
participemos de Su gozo.
Es una espiritualidad muy consoladora, porque en momentos de
fuerte conmoción espiritual, sea por un grave problema o por la clara
conciencia de nuestros pecados, o bien por cualquier otro motivo, nos recuerda
el amor infinito que Dios nos tiene y con el que nos acoge cuando nos volvemos
a Él. Como dijo Jesús a santa Faustina Kowalska, «mi corazón es la misericordia
misma. Ningún alma que se haya acercado a Mí se ha retirado sin consuelo».
Esta devoción requiere de una total entrega a Dios. ¿Cómo
alcanzar esta Misericodia? Pide Su misericordia: Dios quiere que nos acerquemos
a Él por medio de la oración constante, arrepentidos de nuestros pecados y
pidiéndole que derrame Su misericordia sobre nosotros y sobre el mundo entero.
Sé misericordioso: Dios quiere que recibamos Su misericordia y que, por medio
de nosotros, se derrame sobre los demás. Confía completamente en Jesús: Dios
nos deja saber que las gracias de Su misericordia dependen de nuestra
confianza. Mientras más confiemos en Jesús, más recibiremos.
Las prácticas devocionales reveladas a santa Faustina
Kowalska nos fueron dadas como instrumentos de misericordia, por medio de los
cuales el amor de Dios es derramado sobre todo el mundo, pero no son
suficientes por sí solas. No es suficiente que nosotros colguemos la imagen de
la Divina Misericordia en nuestros hogares, que recemos la coronilla de la
Divina Misericordia todos los días a las 3 de la tarde, y recibamos la Comunión
el domingo después de la Pascua -en este día se puede obtener la indulgencia
plenaria, en las condiciones acostumbradas-. Nosotros también debemos
mostrarnos misericordiosos con nuestro prójimo. ¡Poner la Misericordia en
acción no es una opción de la devoción a la Divina Misericordia, sino un
requisito!
¿Cómo irradiamos la misericordia de Dios a nuestro prójimo?
Por medio de nuestras acciones, palabras y oraciones. «En estas tres formas -Él
le dice a sor Faustina- está contenida la plenitud de la misericordia». Todos
hemos sido llamados a practicar estas tres formas de misericordia, pero no todos
somos llamados de la misma manera. Tenemos que preguntarle al Señor, Quien
comprende nuestras personalidades individuales y nuestra situación, que nos
ayude a reconocer las diversas formas con que podemos poner en práctica Su
misericordia en nuestra vida diaria.
Pidiendo la misericordia de nuestro Señor, confiando en Su
misericordia, y viviendo como personas misericordiosas, nos podemos asegurar
que nunca escucharemos decir: Sus corazones están lejos de mí, sino más bien la
hermosa promesa de Bienaventurados los misericordiosos, ya que ellos obtendrán
Misericordia.
Carmen
Calvo