La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, ante la
sentencia del Tribunal Constitucional del pasado 6 de noviembre, se ve en el
deber de recordar que la actual legislación española referente al matrimonio es
gravemente injusta. Lo es porque no reconoce netamente la institución del
matrimonio en su especificidad, y no protege el derecho de los contrayentes a
ser reconocidos en el ordenamiento jurídico como “esposo” y “esposa”; ni
garantiza el derecho de los niños y de los jóvenes a ser educados como
“esposos” y “esposas” del futuro; ni el derecho de los niños a disfrutar de un
padre y de una madre en el seno de una familia estable. No son leyes justas las
que no reconocen ni protegen estos derechos tan básicos sin restricción alguna.
Por eso, es urgente la reforma de nuestra legislación sobre el matrimonio.
Como hemos dicho en el documento La verdad del amor humano: «No
podemos dejar de afirmar con dolor, y también sin temor a incurrir en
exageración alguna, que las leyes vigentes en España no reconocen ni protegen
al matrimonio en su especificidad. Asistimos a la destrucción del matrimonio
por vía legal. Por lo que, convencidos de las consecuencias negativas que esa
destrucción conlleva para el bien común, alzamos nuestra voz en pro del
matrimonio y de su reconocimiento jurídico. Recordamos además que todos, desde
el lugar que ocupamos en la sociedad, hemos de defender y promover el
matrimonio y su adecuado tratamiento por las leyes».
Renovamos nuestra llamada a los políticos para que asuman su
responsabilidad. La recta razón exige que, en esta materia tan decisiva todos
actúen de acuerdo con su conciencia, más allá de cualquier disciplina de
partido. Nadie puede refrendar con su voto leyes que dañan tan gravemente las
estructuras básicas de la sociedad. Los católicos, en particular, deben tener
presente que, como servidores del bien común, han de ser también coherentes con
su fe.
Sin la familia, sin la protección del matrimonio y de la natalidad, no
habrá salida duradera de la crisis. Así lo pone de manifiesto el ejemplo
admirable de la solidaridad de tantas familias en la que abuelos, hijos y
nietos se ayudan a salir adelante como solo es posible hacerlo en el seno de
una familia estable y sana.
En la vida conyugal y familiar se juega el futuro de las personas y de
la sociedad. Expresamos de nuevo a las familias que más sufren la crisis
económica, con problemas de vivienda, falta de trabajo, pobreza, etc., nuestra
cercanía y la de toda la comunidad católica. Estamos junto a ellas compartiendo
nuestros bienes, nuestro afecto y nuestra oración. Del mismo modo, renovamos
nuestro compromiso por activar la dimensión caritativa de la comunidad
cristiana, promoviendo en nuestras diócesis la atención a los más necesitados.
http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/documentos-plenaria/3290-nota-sobre-la-legislacion-familiar-y-la-crisis-economica.html