jueves, 24 de marzo de 2011

-Respuestas al sufrimiento, Benedicto XVI


Podemos empezar a gustar la Vida

Ni el cielo ni el infierno son lugares físicos, ha explicado varias veces el Papa, y sus palabras han despertado siempre polvareda. Pero la vida está llena de testimonios capaces de arrojar luz sobre este misterio. En la encíclica de Benedicto XVI "Spe Salvi", se expone el caso de la santa Josefina Bakhita, esclava africana cuya conversión transformó para siempre su vida «Yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor me espera», cita de ella Benedicto XVI.
¿Por qué permite Dios el sufrimiento? ¿Por qué tenemos que morir? ¿Por qué hay tanto mal en el mundo? La mente puede intuir respuestas, entrever en cada prueba la mano de la Providencia. Pero sólo la experiencia de una Presencia concreta da esa prueba cierta que busca desesperadamente el hombre.
El Jesús que murió y resucitó en Jerusalén hace 2.000 años no nos ha abandonado. Su ascensión no es un huída a una galaxia lejana, enseña Benedicto XVI, en uno de los pasajes más bellos de la segunda parte de Jesús de Nazaret. Se ha sentado a la derecha del Padre; ha entrado «en la comunión de vida y poder con el Dios viviente», y ahora «está presente al lado de todos, y todos lo pueden invocar en todo lugar y a lo largo de la historia». Ésta es la perspectiva escatológica de nuestra fe. En comunión con Aquél que es la Vida misma, podemos empezar a degustar esa vida plena, que será la eternidad. Lo sabemos bien, gracias a esas personas tan luminosas, Sus testigos, cuya luz siembre brilla todavía más en la tragedia.